LA CARAVANA DEL DESIERTO
Sobre Halo, 19 poetas nacidos en los 90s. Comp. Héctor Hernández Montecinos.
Chile: J.C. Sáez Editor, 2014.
I
Se presentó el año pasado en la
FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago) y luego en la Fundación
Neruda en Chile el libro Halo, 19 poetas
nacidos en los 90s, selección y prólogo de Héctor Hernández Montecinos y publicado
por JC Sáez Editor. Al día de hoy esta antología ya ha marcado un hito dentro
de las letras chilenas como lo fue en su momento Cantares (LOM), la antología de voces emergentes hecha por Raúl
Zurita en 2004 y en la que se abrió con singular lenguaje una nueva escena
poética en Chile. Ahora se cumplen 10 años de dicha antología y me gustaría
retomar el carácter subverso y de descontorno, pero también la coincidencia de
direcciones y trayectos que hace mención el prólogo de Héctor Hernández, quien
problematiza la dificultad de generar una demarcación generacional en tiempos
en que lo literario ha caído en una obsesión por delinear cualquier historia, hasta
el grado de que creemos en que todos los grupos literarios son operacionales
bajo categorías de edad o identidad. Uno de esos problemas radica en cerrar las
obras y clausurar la vida que las une a ellas, como si lo válido fuera en sí la
edad en la juventud, o el estar en una fotografía dada y no los lugares y
territorios que pueden ser mucho más amplios, contradictorios y ocultos. Como
bien lo dijo Zurita al momento de defender Cantares
la juventud literaria radica en lo abierto de la actitud poética que es la
única que continuamente enjuvenece. Y por esta actitud es que yo creo en Halo más con el trazo de una furigrafía[1] que
va como una caravana nómada desde Raúl Zurita hasta Daniel Medina, pasando por la
generación de la novísima chilena, pasando por Latinoamérica, por el Español,
el Inglés, Internet, etc. Osea un trayecto que sigue dando la vuelta al mundo y
recogiendo fragmentos. Hallando lugares o libros increíbles, pero no pudiendo
llevar más que lo mínimo, así habría que pensar en esta antología, con la
potencia que tiene ese mínimo generoso para expandir universos compartidos.
Durante la presentación de Halo en la FILSA hubo una lectura
presencial de la mayoría de los autores y me di cuenta de una velocidad en el
habla que descoloca el lenguaje capitalista de lo moderado, lo eficiente y lo
trascendente… Al alentar o acelerar el discurso de la cotidianidad nos
sorprenden sus palabras, somos avatares de un cuerpo vocal y de una tecnología del
juego. En desvariar de sí es donde yo encuentro una conexión con estos poetas
que sienten las vibras y las fibras del entramado mutante y con ello un revolucionario
desapegue de las filias de las que son objeto constantemente los letrados y sus
grupos. Supongo que actualmente hay un crecimiento exponencial del mundo de
arte latinoamericano, pero lejos de pensar que vivimos un entusiasta momento
poético, creo más bien en el poema como un ente que busca su supervivencia en
la fragilidad del ecosistema de la poesía y la vida misma del ocio, del sueño y
lo visionario en el mundo actual. Creo en el crecimiento, no mayoritario pero sí
intenso de un poético rizoma subterráneo que al ver amenazado su ecosistema
nativo, el habla, el don y la complicidad de un mundo nuevo decide tomar
nuevamente el rumbo de la caravana. Un lenguaje en el que todos cavamos por ese
oscurecimiento o encrudecimiento o singularidad cada vez más fuerte, intensa,
extensa… No es casual, que la poesía haya ido a la par de una aventura extremosa
conforme el mundo neocapitalista aprendió a hablar en español, y sin embargo el
español de este principio de siglo y ya asumiéndose como la primera lengua materna
de los “pueblos en desarrollo” ha entregado un gran bagaje y tradición a la
institución servil del colonialismo corporativo, donde utilitario y literario
se aproximan hasta puntos de confundirse y ser la misma cosa. Desde el siglo
pasado estuvo presente en el debate político el modo de encarar este
proceso totalizador y que se mantuvo con la resistencia de los modernismos y
vanguardias americanos, pero actualmente, en el siglo XXI esto ha debido de
mutar para ganar otra capacidad de resistencia desde una minoría obligada al desplazamiento
y al contagio como nuevas técnicas de atravesar por los abrumadores y
democráticos discursos del poder y el ego. Cartoneras, editoriales
independientes, proyectos como la Carnicería Punk y otros tantos virtuales o
no, manifiestan que actualmente la poesía es un reducto indígena del propio
español, una tribu que ha sido desmembrada de su propio cuerpo en la tradición
para tener que reensamblarse a través de otra lectura, más por necesidad que
por radicalismos, lo cual no deja de proveer un problema nuevo y serio a la
institución y al monumento. Parte de esta historia de reensamblajes tiene que
ver con Internet, un espacio de redes que en algún momento se vio como el
cómplice esperado del contagio de “lo otro”, de la incertidumbre de las identidades
a favor del individuo en nuevas comunidades y la apertura a un intercambio no mercantilizado
ni corrupto, una especie de lugar en que se podría encontrar nuestro propio
barrio. La lectura y la descarga compartida, que aún sobreviven, afirmaban un
quehacer creativo que parecía inaugurar la verdadera era de la información, la
era en que tendríamos que devenir constelados para aprender a leer las
estrellas de nosotros mismos.
II
Algo de todo aquello, de
incertidumbre, de barrio y de ese Internet se encuentra en Halo. Héctor problematiza esa relación con la inercia de las
juventudes narrativas que tienen boleto a las industrias editoriales para
participar de un baby boom, también es crítico frente al vitoreo
poético de un representativo deportivo del suicidio y el malditismo. Halo sería más como una celebración del
encuentro de una minoría que se desplaza en caravana aliándose a otras prácticas
indígenas del habla y la memoria, la música y la informática. Una antología
como Halo apunta a que la memoria es
algo que debe estar creándose como resistencia confrontándose incluso al
recuerdo y su nostalgia, la memoria es una resistencia política como teórica frente
al enciclopedismo y al academicismo que clausuran e inauguran periodos, eras,
sexenios, es subversiva frente a todos esos carpetazos que dejan sin voz a los
vivos y a los muertos de una experiencia. Halo
constata que aquí no sobra nadie y que a su vez hacen falta otros tantos, osea
que nos propone una continuación como ejercicio de memoria en vida. Memoria, comunidad,
tribu y mitología se hacen notar en Halo
como una nube que evade la fijación de una montaña generacional centrada en
publicaciones, famas y “trayectorias”, acá sólo existe un futuro intuido y una
congregación con la voluntad de convertir esa experiencia en memoria andante. La
única manera de crear esa memoria es venciendo el tedio, osea haciéndose cada uno
de su tiempo para hablar, escribir, soñar e inventar. He ahí el logro de una
replicación Zurita-Hernández y de un gusto por la poesía que sabe a la vida
misma. Hablar, escribir, reunir poemas no tiene para el neoliberalismo,
todavía, ninguna proyección, y casi ningún asunto que explotarle, es un
territorio que aún le es demasiado incómodo. Minimizar la poesía a unas cuantas
islas perdidas del otro lado del mundo de la civilización, romantizarla y
barbarizarla, tal como se ha hecho con las culturas indígenas, es una prédica
de la lectura y la educación neoliberal. La poesía latinoamericana sin gozar de
alguna renta no tiene jubilación y esto no le quita el sueño, a diferencia de cierta
narrativa y cierta música caída en manos infatigables de spams, pop ups, y oferta
de autores jóvenes, idols.
Halo reniega también el carácter local de la poesía, los poemas coexisten
con los medios de comunicación, los memes, twitter, etc. Pero la cuestión es el
desplazamiento y yo creo que los autores en Halo
son aventureros porque hacen sus propias caravanas también en el ciberespacio y
porque manejan bien su propia experiencia comunitaria y comunicativa en las
redes y el hipertexto. Es un buen momento para decir que ha partido esta
caravana del Halo bajo la madrugada
que podría ser metáfora misma de la poesía latinoamericana o mundial, la
caravana seguramente va hacia alguna parte, pero sobre todo está viviendo en su
propio movimiento, lo que dice lo desdice el viento, lo que escribe lo
reescribe la arena, sólo las estrellas dan cuenta de que la caravana ha de
volver en un trazado con nuevos hallazgos y con nuevos intercambios y rutas de
ese hipertexto, o no. No serán las únicas réplicas, porque nos situamos en un
desierto atravesado por caravanas que partieron desde Chile, Perú, México, EUA
o Guatemala y que son parte de una misma gran caminata de la sed, porque es la
sed lo que se parece a la escritura, que no permite asentarse sino moverse
dejando sólo con cierta fijeza a las piedras y sus marcas, osea estas
furigrafías que llamamos libros. Parecidamente a la crisis que enfrentan los
pueblos nómadas actuales, las literaturas intentan delimitar permisos, censos, y
establecer ciudades, a veces insufribles, donde hay caravanas cruzando por
fronteras. Creo que alucinaciones tan radicales comienzan entonces a volverse
difíciles de hallar y la red se vuelve algo imposible de sentir sino uno no
parte con ellos: somos viejos, jóvenes, novísimos, antiquísimos, animales,
todos cruzando el desierto planetario. Por eso Halo también es algo que nos incita a aprender a nosotros. Si ellos
son estos herederos sin padres es porque saben bien de esa contradicción
inherente de partir un comienzo en lo que siempre es comienzo y eso se hace con
toda la naturaleza visionaria y sabiduría de un encuentro con sus otras
familias. Quizá haya varias razones de que estén aquí presentes en esta
antología, pero pienso que hay mucho de rumbo intuido y de un cariño donde la aventura
le enseña a la razón. Esta caravana mientras camina nos propone un éxtasis de
los colores, un desmembramiento fonético, visual y de géneros. Y un cultivo de
la belleza muy avanzado, un perfume. Por eso el carácter sustancial del Halo es muy acertado, como un aire
iluminado en flores, un sentido nebular y aural. Como si cruzaran los desiertos
o los glaciares del planeta, estos autores son las rarezas de las especies no
descubiertas y quizá también los nichos ecológicos que aún no pensábamos del
lenguaje metafórico. Entran fácilmente por nuevos campos de experiencia
lingüística: el olor, el sabor, el tacto, el oído, el ojo y les dan nuevas
combinaciones. Son poemas los que aquí se presentan como posibilidades también
de pinturas, películas, músicas, cosmologías y actividades secretas. Tanto Halo, como las mexicanas Astronave y Divino Tesoro y las
antologías de la editorial guatemalteca Catafixia o los Tea Party compilados por Cinosargo en la triple frontera Chile,
Perú, Bolivia son antologías que no flirtean con la trascendencia literaria sino
que presumen de ser los retadores para el nuevo capitalismo espiritual. La
lengua metafórica sigue viva si la poesía sigue venciendo al lenguaje de la normalidad
del deseo. Estas furigrafías lo entienden y son proyectos que ya respiran y
entonan lo potente. El habla latinoamericana aún es sobreconocedora de sus
espacios nativos y hace bulla frente a la lobotomía de afectos, de sueños y de rutas
fascinantes. No sólo en la mutación está el cambio, la evolución también podría
ser un acuerdo mutuo, un plagio mutuo, una antología entre linajes. Por eso
digo que Halo es caravana,
peregrinaje, osea una alucinación que se guía y nos cuenta de un desierto lleno
de cosas, de los otros que eran invisibles y ésa es una subversión que representan
proyectos como éste. Héctor Hernández nos ha mandado un avistamiento desde su
punto de observación y una vez que hagamos contacto les queda proseguir la
invención en cada libro y ojalá sea así que prontamente tengamos que replicar
toda esa memoria. Una vez más la lectura como gran catálogo se nos rebela y hay
una ansiedad nómada de leer sin localizar, los genes no están localizados en un
solo espacio, despiertan, y su vida es fragancia posible en el mapa. La
caravana de Halo ya está en marcha y
eso los aventaja en hallazgos a los que se conformaron con esperar algo de una
literatura.
Yaxkin Melchy Ramos
[1] Furigrafía es un término que le da Hawad, poeta
y artista nómada del pueblo tuareg, a una serie de trazados que son también
poemas en trance.
**La siguiente es una selección de poemas de próxima aparición en México, sin embargo por cuestiones de espacio tuve que ceñirme a una muestra, yo les recomiendo a todos leerse el libro completo. Acá
SELECCIÓN DE POEMAS
Matías
Tolchinski
Candelaria
(fragmento)
LA CIUDAD
Leche de jaguar. Hombres
con hasta cinco gibas en el dorso. Taparrabos color caqui. Mujeres con cuellos
circinados pulverizando manzanas a pata pelada (y esto me recuerda en algo mis
batallas pasadas y este gusto mío de pisar encéfalos hasta hacerlos papilla).
Hombres a la cordobana (a la que te criaste, con carimbas pésimamente
disimuladas), bebiendo la cañahua de las mismas carcas hirvientes.
Niños de rostros nodulares,
de panzas descomunalmente rollizas, resultado de la cantidad de bollos
tragados. Mercancías cedizas, puestos de chindas, restos de reses carneadas a
vista y paciencia de medio mundo.
LA CIUDAD
Calles enteras pasadas a
cascarilla quemada, un olor de los mil chunchules. Minas donde trabajan casi
todos y donde el más anciano no ha cumplido treinta años. Y, en pleno centro,
tal como dicta la norma, el coloso: un templo fabuloso donde por cada zancada
dada un mendigo te quita un ojo. El rigor, finalmente, de un orujo para renovar
el alma.
Δ
GRAN EMPORIO GRAN
FERIA
-CAMBUR (UNIDAD) -CAROSIERAS (KILO)
-CALABAZA (KILO) -CARROCHA (DOCENA)
-COBO (NACARADO) -CAMINÍ (MOLIDA)
-CAÑADILLA (DESCONCHADA) -COENDÚ (FAENADO)
-GORGOJOS (A GRANEL) -SALTAMONTES (A GRANEL)
-CANGUI (TONEL) -CHABELA (LITRO)
-CHARAPA (ENTERA) -CETINA (ENVASE)
-ALMÍBAR (FRASCO) -PICOROCOS (FRESCO)
ARTESANÍAS
CORROSCAS
CUÁCARAS
TEXTILES DE CONCHIL
TINTURAS DE GRANA
COCHINILLA
SANGRE DE TUNAS
ALEPÍN
ESTAMEÑA
CURIOSIDADES ENSERES
CHAMUCHINAS
SE ACEPTAN CAURIES
Y OTRAS
CONCHAS PRECIOSAS
COMO PAGO
Daniel
Olcay Jeneral
Señales
>>
Imagina
que el cuerpo es un aparato inerte, un hardware que
necesita de un software básico para poder funcionar y simular que está
viviendo.
Imagina
que existe un Banco de Memoria; un gran dispositivo de
almacenamiento de software. Una especie de Biblioteca con Vidas- Preset
/ genéricas / sin embargo, individualizadas.
Imagina
que a pesar de la extrema-seguridad de dicho lugar
_(((antivirus
autónomo que se actualiza cada 5 minutos, firewalls,
información encriptada)))_ alguien vulnera el sistema.
Imagina
que El-Viejo-Ramírez es al mismo tiempo El Maniático
Prófugo / La Perra del Sumo Nigromante / M / El hueón de Z / El Niño con Piel
de Lagarto / El Joven X / El Bastardo / La Niña con Pecas en el Rostro / El
Hijo de Nadie / Hijo de Puta / El Niño de los Ojos Cansados / Enlace / El
Pequeño Eunuco Mentiroso / Night-Rider.
Imagina que la Gran Máquina es Gorgona.
Imagina que Gorgona es la Gran Máquina.
Imagina que los cables gangrenados babean por más.
Imagina que El Primer Sueño, simplemente se nos fue de
las manos.
01100110 01110101
01100011 01101011
01111001 01101111
01110101
>X:/ERROR
>X:/OPEN TRANSMISSION_ █
Maximiliano
Andrade
Las fábricas del humo
(fragmento)
y la poesía venía a nosotros
en esa extensa y angosta faja de humo
era como si la vida se nos
sirviese en bandeja como si la pelota entrara sin patear el penal como si los
pacos nos pegaran por lindos como si los narcos nos regalaran la primera para
hacerse uno adicto como en las películas de bandoleros cibernéticos que
navegaban en porno y otras canciones de bob marley como los perritos que
murieron en el sur por ser plaga como esa vida que siempre quisimos tener de
justiciero rebelde en una moto como el che guevara o el renegado como la espada
o el cavernícola de los monitos gringos o las metralletas y los vaqueros chinos
como el pan tostado con la cara de jesucristo que salía de forma recurrente en
las noticias de relleno (para mi las más importantes) como los peluches
coleccionados con las esquelas y cartitas de pequeñas compañeras que no habían
ensangrentado sus calzones como el viento tibio que viene antes de ponerse a llover
y la pelota hecha de papel y scotch posterior a la pelota que era un mapamundi
como la pizarra cuando quedaba blanca y uno sabía que ahí alguna vez hubo una
pizarra negra rayada con tiza como las oraciones del mes de maría y los
mariscos carísimos de semana santa como la marea roja y la contaminación como
los periodistas con acentos extraños diciendo que hubo un asalto en el barrio
alto o la ropa americana cuando uno se preguntaba si existía una vida que usó
antes ese mismo pantalón como las modas pasajeras que bailamos y reímos o como
las otras que duraron un tiempo más como los resúmenes de los libros que jamás
quisimos leer o las trenzas apretadas para marchar un 21 de mayo como los
alcaldes de pequeños municipios que soñaron con ser presidentes y sus esposas
machistas que soñaron con ser primeras damas como los campos y montañas que
vimos por la tele en documentales o los mamíferos que ponía mi abuelo para
dormir toda la tarde como el auxilio que prestó carabineros a una mujer
parturienta que escuché una vez en un relato de mi tía o las historias de
terror los viernes por la noche como los lápices mordidos las tapas perdidas o
esos lápices que nunca se devolvieron como los perros que caminan a un lado de
las personas que vuelven muy tarde a sus casas o las otras que eligen no volver
jamás como los niños delincuentes del juzgado de menores como el tiempo pasado
que siempre fue mejor o el recuerdo de las cosas que imaginamos para el futuro
como las piedras que rompieron vidrios de vecinos iracundos o las piedras que
romperán bancos y plazas públicas como las tormentas que vendrán una vez
estemos muertos o como los muertos que nunca conoceremos como el gusto por las
golosinas de cumpleaños y las tortas del supermercado hechas con las sobras de
otros productos como el porcentaje de impuestos que nunca nadie supo calcular
como los niños que esperan una respuesta completa y no un porque sí como
historias de kinder que uno no recuerda ni recordará nunca o esos compañeros
que nunca fueron tus amigos o esos amigos que se fueron como el humo
yo aquí
una bomba en la mochila
y el recuerdo de mi fábrica de humo
Roberto
Ibáñez Ricou
Poema de los herederos sin padres
We ain’t going to the town
we’re going to the city.
Interpol “NextExit”.
Quisimos ser la generación
brillante del siglo veintiuno y nos encontramos con la muralla en nuestras
caras los escupos en el piso y las colillas de cigarro apagadas bajo pies
rendidos. Quisimos ser muchos quisimos ser diferentes quisimos ser la turba que
grita frente a las instituciones y nos encontramos con las caras sonrientes de
la televisión en un abrazo fraterno y vacío con nosotros al medio. Quisimos
gritar y pudimos: gritamos en los baños de los amigos aletargados intoxicados
fuera de nosotros mismos. Pudimos gritarnos pero nunca entendimos qué quisimos
decir. Quisimos saberlo todo y creímos que el mundo estaba en nuestras manos
crecimos y el mundo se descontroló y nos lo quitaron. Nos pegaron en la frente
un cartel que decía sentido y tenía flechas infinitas y tratamos de seguir cada
una de ellas y llegábamos al mismo punto y nos mirábamos con cara de no soy
nadie y tratábamos de llorar pero no estaba permitido y tratamos de soñar en
nuestros asientos y chocábamos contra el techo y tratamos de pintar la muralla
pero todo siempre fue blanco y tratamos de derribar la muralla pero era
infinita y tratamos de reírnos pero la amargura era infinita. Quisimos ser
nosotros mismos pero nuestras pieles estaban destrozadas no supimos si éramos
nosotros o si éramos el otro o si nosotros éramos nosotros mismos nunca supimos
nada nuestras pieles estaban destrozadas y nos desparramábamos por el piso y
fluíamos por la ciudad dando baladros de alegría y de viento verde por la
ciudad dando saltos de paracaídas dando tumbos planeta en planeta edifico en
edificio buscando la habitación donde sentarnos a hablar mirándonos las orejas
y las pestañas cortándonos las uñas fumando un cigarrillo sin filtro buscamos
la habitación donde dormir abrazados donde bailar sin alambres de púas en las
rodillas en el paraíso terrenal buscamos un purgatorio donde acrisolar nuestros
humos inciertos buscamos los libros donde desparramarnos y escondernos y no
encontramos nada nunca nada y comprendimos que nuestra eterna búsqueda nunca
tuvo resultados y nunca los va a tener porque buscamos lo incomprensible la
nada buscamos la nada mientras otros tiesos de pavor se quedaron en sus casas
mirando las pantallas esperando que algo asombroso ocurriera esperando un
milagro de dios en sus tronos de felpa en sus camas celestiales en los inodoros
sagrados donde cuentan cuántas vacas han muerto por minuto se quedaron ellos
ahí esperando un milagro del dios en el que nunca creyeron se quedaron ahí en
la primera comunión mientras el santo padre les sobaba el sexo flácido blanco y
puro se quedaron ahí cuando el sexo ya había endurecido y buscaron los agujeros
de la eternidad para el mete y saca en nombre de dios del hijo y del espíritu
santo y nosotros al otro lado de las murallas escuchábamos los gritos de horror
y las súplicas silenciadas ¿y qué hacíamos? Nada. ¿Y qué decíamos? Nada. Y
cuando a uno de los nuestros lo encerraban en esos lugares oscuros donde la
gente camina todo el día tampoco dijimos nada y cuando nos metieron pastillas y
nos drogaron por el culo tampoco dijimos nada y cuando la propaganda nos violó
tampoco hicimos nada no hicimos nada porque nos inventaron los demonios de la
sociedad y luchamos contra ellos sin darnos cuenta luchamos contra la mano
invisible del político siempre sonriente y cuando nos dimos cuenta ya era muy
tarde y lloramos cada uno en su casa solo entre multitudes y cuando nos dimos
cuenta ya habíamos perdido la ternura y la candidez y cuando nos dimos cuenta
ya habíamos follado en el espacio franco de la vida terrenal ya habíamos
empezado a fumar y a escondernos dentro de los músculos. Quisimos ser la turba
que paralizó a las instituciones pero nos dimos cuenta que todo era inventado
cuando quisimos luchar contra el tirano nunca lo encontramos y ahí quedamos en
las bancas de las calles de esta hermosa ciudad apagada en las calles de las
cuales nos tenemos que despedir compartiendo quizás el último cigarro sincero
la última carcajada desde adentro el último abrazo sin puñales ¡ay! estas
calles en las que estuvimos sentados y vimos pasar a la gente y a veces nos
reíamos y muchas veces nos quedamos en silencio esperando la campana la señal
para ir a encerrarnos a jugar a ser nación a jugar a ser ciudadanos
responsables y serios. Qué pena me daba vernos en un espejo qué pena cuando
quisimos volvernos locos no resultó nos dimos cuenta de que habíamos nacido
locos sin rostros ahí al medio cuando todos estaban preocupados de armar el
puzle que nos quedó de país ahí nacimos nosotros los sin lemas los que no
tenemos nada por lo que luchar ahí nacimos nosotros los ciudadanos de una
patria mejor y más justa ahí nacimos nosotros los que caíamos al piso
embriagados con vino y no con marxismo ahí nacimos nosotros los de las risitas
inocentes e idiotas ahí nacimos nosotros los que creímos saberlo todo y no
quisimos saber nada después ahí nacimos nosotros los melancólicos imperecederos
ahí nacimos nosotros con la cabeza hacia atrás y los ojos desorbitados ahí
nacimos nosotros sin banderas ni manifiestos ahí nacimos nosotros con la llama
primigenia en nuestros cuerpos ahí nacimos nosotros fumando pipa y divagando
entre los huesos ahí nacimos nosotros los que hoy nos vamos de esta mole de
cemento para entrar a la mole de verdad ahí nacimos nosotros en una jaula de
flores amarillas a punto de quedarnos dormidos ahí nacimos nosotros entre los
laureles de la patria ultrajada ahí nacimos nosotros simplemente nosotros
difusos y extravagantes despreocupados y desaliñados mirándonos en todos los
espejos del mundo sin obtener respuesta simplemente nosotros con un pie en el
cielo y el otro cortado caminando mancos por las grande alamedas con hojas
caídas dejando nuestras manos ahí botadas en el pavimento. Fuimos caminando
desde Plaza Italia hasta la Moneda con un pie cortado sin manos fuimos
caminando y tuvimos que agachar las cabezas cuando pasábamos frente al banco se
nos cayeron los dientes se nos cayó la nariz se nos cerraron los ojos y
seguimos adelante como un vaho eterno y pueril. Y aquí estamos. El eco de
nuestras voces se acabará por extinguir entre estas paredes no hay manchas de
sangre nuestra sobre las más antiguas quizás quedará el esfuerzo de la
generación que quiso ser y no pudo.
Christopher
Vargas
/Primero fue el sonido/
(fragmento)
(fragmento)
Una eternidad de
enormes colisiones atómicas fue testigo del comienzo de la vida Altos y bajos
el sonido eran las corrientes marinas que hacían ensordecer las palabras
desarticuladas que se perdía en los mares remotos del pasado Esas tus primeras
palabras formaron atardeceres rosas que no supimos pronunciar
Las corrientes marinas
eran los cantos de arquetipos de ballenas de distintos colores en el cielo que
ya conoces porque las has visto en sueños sobre tu cabeza En el momento en que
las imaginaste los ojos antiguos se abrieron y se hizo la luz En aquel tiempo
todas las dimensiones eran una y tragábamos agua como si de eso dependiera
nuestra existencia
La ópera, la cantata
de los monstruos voladores, al pasar formaban bosquejos de nubes -pasaban
llorando matizaban los atardeceres que no podíamos pronunciar el cielo es
verde, con tintes de metal colorado, acuoso y sangripesado
El Primer universo fue
un gran mar de sonidos que conformaba la geografía celeste de un primer mundo
lleno de átomos en ebullición Al finalizar la primera eternidad pude ver al fin
los brazos de la niña de ojos de agua y el nacimiento del primer ángel Poco a
poco los ojos de mi hermana llenaron el espacio de agua transformándose en una
pequeña nube húmeda a la deriva de los golpecitos eléctricos El universo era
ahora un mar en el pasado donde las ballenas celestes pudieron nadar pensando
que se soñarían a sí mismas por siempre:
Mi hogar es una
estrella en llamas Mi hogar es una explosión en cámara lenta Mi hogar son mi
padre- madre ardiendo en el centro de la muerte de un planeta deshabitado Mi
hogar es homónimo de “Nerviosismo Helado” Mi hogar es la enfermedad de
los niños Mi hogar es la futura autodestrucción del primer ángel Mi hogar es el
recuerdo de la primera muerte de la que guardo secretos escondidos bajo las
tapas de los sesos y de la que procuro resucitar
en noches como ésta
Ahora escucha:
El sonido eléctrico de
la corriente de la voz de las partículas de los átomos que forman los senos de
las montañas de ketamina bajo el microscopio del ojo del infinito son las tetas
de mi madre que son los cantos de las ballenas que vuelan en el cielo junto a
grandes grupos de bolsas humeantes que bailan como cometas de colores y se
mueven en dirección a El sonido eléctrico de la corriente de la voz de las
partículas de los átomos que forman los senos de las montañas de ketamina bajo
el microscopio del ojo del infinito ///////
Catalina
Ríos Muñoz
JPG
en un abrir y cerrar de ideas
nevó polvo
sobre nuestros archivos en jpg
no existe paño
que limpie
la virtualidad del iris
Pez soluble
La verdad se apoya
en los juncos matemáticos del infinito
y todo avanza al
mando de águila ecuestre,
mientras el genio
de las flotillas vegetales golpea en sus manos
y el oráculo es
revelado por peces eléctricos fluidos.
André Breton.
los pájaros pierden primero los colores, después las
formas
[se reducen]
picotean
laureles arcaicos
[el cielo se desprende
del mar]
fulgores violetas
peces mastican partículas suspendidas en la
estratósfera
las plumas blancas
de su rostro caen
lento
escamas
lluvia[1]
la
ausencia es prostituta
su palabra también
los peces eléctricos
carcomieron con sus garras
al oráculo
Pablo Lara Buizú
Cherokee
(fragmento)
I
El cherokee abre su
encéfalo hasta cavar
la piedra
se postra erguido, las
gotas caen, la sangre,
rocas repicar
siniestras,
sonrisa ilusa, impostando
la voz,
colgando el hueso
el cherokee hunde en
la tierra una palabra,
ergo cortase su propia
lengua,
luego machacase una
parábola.
Los hierros de las
pampas asedian la
hipotenusa de la
sierra.
Los lobos maman
ensimismados, azules en la
estepa melódica,
la muerte mata de
forma apabullante,
el cherokee y sus
plumas, su cintillo de piel de
animal terrible, el
péndulo, el vaivén, los taladros
en las bocas.
El perro hunde sus
colmillos en la niebla,
el cherokee alza una
mirada lenta a
borbotones:
su brazo es un alicate
fracturado,
tembloroso,
la sangre cae, repicar
siniestra
en la mácula de los
ojos
en la fóvea de su
dolor,
en la metástasis
metamórfica.
El cherokee ve sus
manos y lugares y
las tiendas
y el carcaj de su
espalda
como una turbulencia
feroz.
El cuerpo se desploma,
el polvo resbala hasta
el águila mayor
hasta la moto-sierra,
la rumia de los
orangutanes;
el fosfato, los
cañones naranjos:
América miró el
momento,
en que la loba mató al
cherokee
y las flechas brotaron
de su cabeza tatuada
hasta cavar la piedra
y el espasmo brutal.
II
El sol se postró sobre
el observatorio
la piedra mugía del
musgo cóncavo, una vez
la oceanidad del
suelo, de botes de almidón
chapoteando como
disparos tartamudos en la
oscuridad del lago
Texcoco.
Los dioses nos faltaron
el respeto,
no una vez
“riéndose con un tótem
pagano en la mano
diestra”
y la sangre emanó de
los hermanos, jaguar
ardiendo escuálidos
como mártires,
aspas y abejas en
colmenas amarillas
yeguas españolas con
carruajes y lingotes de
inmortalidad
peñascos,
pellizcándose la lengua
unos a otros.
El oro brotando de los
paladares
como una sinestesia,
como saliendo de los
capullos de las flores
y el tiempo atrapó el
reloj,
—agónico, clínico—
y las serpientes
enroscadas en los brazos de
los hombres
la mesa de sacrificio
como un poema
rectangular,
montañas fugaces en el
huracán sináptico
del pensar del azteca,
las cosas
girando,
desparramadas, los disparos de los
dioses minotauros
violando mujeres y
entrecortando
la hemoglobina
de la sangre que cae a
borbotones.
El azteca abrió los
ojos un instante
y la inmensidad del
mar,
el fuego quebrando
jade, piedras,
una empalizada,
los maremotos azules
son llagas ciclónicas
como voltios.
Las frentes de los
hombres con dagas y
el veneno
escupido por los
pájaros,
un tulipán planeando
un monopatín
abriendo un volantín
torcido, bocas
llorar, salpicar las
gotas de la sangre
y los ampere en la
luz, girando locos.
Tenochtitlán se abre
en su alzar monstruoso
una noche de vidrios
quebradizos.
Tenochtitlán pide
auxilio con una soga para
matarse,
los niños no verán a
Tenochtitlán llorar,
antes morirán los
niños.
Tenochtitlán se ahoga
con las estalactitas
invertidas,
y los crucifijos al
revés,
los relámpagos
zigzagueando
y las plumas, cereales
y lanzas, danza espacial
—Tenochtitlán—,
el observatorio
girando, piedras quebrándose
—Tenochtitlán—,
cantares estelares,
labios oblicuos
—Tenochtitlán—
estrellas y dientes
azulinos, catacumbas
cilíndricas:
Tenochtitlán se hizo
pedazos.
Me quedé riendo un
rato
y Quetzalcóatl sonreía
junto a mí
de brazos cruzados,
esperando mi aprobación.
Aukán Martínez Kramm
El Santo
Y que sus funerales vikingos nunca se acaben
Y ardiendo sin apagarse
Se alcen en el agua
Animitas de cuero
Con ofrendas de tachas
Con ofrendas de pitillos
Con ofrendas de piercings
Infestando un mar amado
Un mar apátrida
De tinturas de cabello
Que cubren las banderas como anilina misma
Y manchan los escudos
Que los viejos decoloraron con blondon
Sí
Los lolitos miramos sin cara de pena
Desnudos y floreados
En el agua salada
Las barreras de una cuarentena
Que no contendrá nuestro virus sudaca
Somos la generación cabronx
Nos peinamos como María Antonieta
Y te rebanamos con el abanico
Pero nosotros no moriremos en la guillotina
Nacemos de ella
Somos adolecentes transgénicos
Dando pasos por esta arquitectura adaptada al
continente
Que sólo vemos a la luz del flash
Somos el amor
El cariño
Que se le pone al destruir el material público
Al perforar la mesa del liceo
Rayarla
Blasfemarla
Patearla
Y leer su tacto
Áspero / chicle / tajos
Rompiendo la mesita
-metro cúbico-
Que pretende
Sólo pretende
Desmembrar los pedacitos
Del collage
De armas y revistas
Un collage
De muñecos y rouge
Que es
Latinoamérica.
Daniel Medina Lillo
Fueron terribles 40 años
en el
desierto (fragmento)
22° Números,
rojos Números. Azules números. Verdes números. Números manchados de sangre.
Números con cadenas en los tobillos. Se podían ver sendos Números acongojados y
encorvados por el peso del Sol — Negra Águila, y sus Ojos incoloros mancillados
por las Tinieblas también estaban llenos de Números. Niños Números, mujeres
Números, hombres Números, viejos Números marchando en círculos concéntricos, en
los campos, en los sembradíos — era su Éxodo taciturno y contorneado y
ultraterrestre — Hoy recuerdo que en un Sueño Él me dijo que esos Números eran
la Raíz de toda tragedia.
23° Y los
Números formaban una serie como las proteínas — y los Números codificaban un
mensaje como mi ADN — y los Números escaleraban unos Signos como los Verdes
Papeles y las Verdes Raíces y todo modo que deviniese de ellos — y los Números
éramos nosotros empaquetados en un sinfín de cintas y de lenguas rojas como
cintas y en áridas estanterías — y los Números eran abundantes como las
Serpientes mordiéndose la cola — y los
Números eran un montón
de huevos en
el Desierto huecos y
empastados — y los Números 1.1.2.3.5.8.13.21.34.55 éramos todos nosotros — y
los Números π e y Φ eran los lóbregos 3 Ojos de Él — y los Números seguían en
corridas columnas escalando por los vacíos así lo vi — y los Números eran rojas
y verdes hormigas en el Desierto que es la Civilización — y los Números eran
vetustos lagartos prehistóricos con cables en el cerebro —y los Números vestían
a la moda como en un circuito de carreras — y los Números se inyectaban cosas
para ver olores — y los Números eran niños llorando entre paredes de concreto
sentados y escribiendo — y los Números eran decrépitos ancianos contando
cuántos años les faltaban para morir — y los Números eran pobres mujeres
arrastrándose entre los barros tan secos de nuestras Arenas tan pobres — y los
Números eran Abejas esquizoides libando de la miel Real que es el Amor
universal — y los Números eran mis dedos arácnidos ordenados para rasgar
tablillas y sangrar — y los Números eran altos edificios tan blancos hechos
para explotar como el Sol que no se ve — y los Números eran collares de cuentas
bañados en mierda y en vírgenes imágenes de falsos Ídolos — y los Números eran
las Burbujas del Sentido chocando con la costa desde el Mar de la Abundancia —
y los Números eran el maldito hospicio de los hombres con una soga al cuello —
y los Números eran Aves volando hacia el Sol para morir como si este fuera un
Águila Negra y voraz — y los Números eran un lenguaje extraño para los que
habían mutado y para los que ya habían muerto — y los Números eran un sueño tan
despierto y del que no se podía salir — y los números eran mi padre y mi madre
llorando por mis hermanos no natos — y los Números eran el Cielo y la Tierra y
el Agua y el Diluvio y las Plantas y las Nubes y yo mismo golpeando y llorando
sobre las Doradas Puertas — y los Números éramos como venenosas espinas a los
lados del ascendente Camino — y los Números ∞ — y los Números 0 — y los Números
— y los N° — y los — y — Ø.
24° Me estaba
quedando ciego. O era que todos nos estábamos quedando ciegos. Y es que los
Colores se habían ido. El brillo se había ido. Las pupilas se habían ido. El
Sol se había ido. La luz se había ido. Nada nos quedaba excepto el Arenal entre
las manos. Pero yo no sabía nada sobre el eje de la Tierra. Yo no sabía nada
sobre los pétalos y las brácteas de las Flores. Yo no sabía nada sobre las
hojas de las Plantas. Yo no sabía nada sobre las conchitas de los caracoles. Yo
no sabía nada sobre los ocelos de los insectos. Yo no sabía nada sobre los
Cristales de Hielo — Yo no sabía nada.
25° La Tiniebla numérica era más calurosa que el mismo
palenque y nuestras carnes se chamuscaban como barro seco quebrado en pedazos.
Los Números ya no luchaban. Éramos el Rebaño de Él y estábamos más dormidos que
la Noche misma. A veces
Aves acusaban en mis
manos. Los Tulipanes, las Orquídeas, las Hortensias, las Rosas, las Camelias,
las Magnolias: todas me lloraban. El chillido de esos Campos para siempre en mi
memoria — las nostálgicas imágenes se chorrean en mi mente y un escarabajo caleidoscópico
me dice que salga al fin de la Caverna.
26° Los Números querían crecer cada día, crecer y más. Los
Números luchaban por elevarse sabiendo que jamás alcanzarían el ∞ — se
arrancaban los agujeros unos a otros, los Ojos ciegos y opacos; se empujaban en
tropel al ver las Doradas Puertas en sus Sueños — contrario a lo que se podría
pensar, los Números no se marchitaron en la Planicie, sino que se vieron
obnubilados por las posibilidades de su infinidad numerológica. Los vi
demacrarse, entonces. Los vi desgarrarse las mandíbulas. Los vi encenderse
Estrellas en la garganta y gritar. Se desparramaron como montañas — ellos eran
lo único que importaba, cada uno, solo, elevándose exponencialmente hacia el ∞
— así fue como caímos en las terribles Depresiones intermedias de nuestro
Eriazo, Agh.
27° Rompimos con todo equilibrio. Las polillas nos comían
desde adentro, llenos de mierda. Girábamos y girábamos en torno a nosotros
mismos, mareados ante el Mar de la Abundancia, en el vértigo, invadidos por el
asco, la náusea. Fuimos olas enteras de Números haciéndose espuma contra las
Doradas Puertas — nos perdimos en el Sueño sin saber nada de Sueños. Nos
quedamos dormidos sobre el Fuego helado del Desierto. El Error, Oh Señor, el
Error. Vagamos errantes. Siempre lo hicimos por tantos años. Todo había sido
sólo un Sueño. Y jamás nos movimos.
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